martes, 5 de mayo de 2009

Filhos bastardos do Glauber.



-Entonces si escribía algo un poco más desarrollado, iba a desperdiciar todo ese material.
-O sea, estética del hambre?
-Nadie te voltearía a ver.
-Habla, para que te des cuenta.
-¿Crees que podrías captar mi atención por más de 15 minutos, en lo que presentas la problemática?
-Las pinturas poseen una carga colorística potente, por lo que la presencia de un vidrio reflejante obedece a alguna razón de naturaleza más perceptiva que intelectual.
-Y, ¿es polarizado?
-Tan polarizado como el entretenimiento primermundista.
-Lo que quieres decir es que en el hambre, uno no se divierte.
-Nada de eso, claro que se divierte, pero no de la misma manera que el desenvuelto. El primer mundo se divierte con los hambrientos.
-¿Quieres sugerir una especie de racismo?
-No, nada de interés. Puras pelis para los sobrinos y mi hija.
-¿Tienes una hija?
-Si, deberías verla jugar con su cabello.
-Pareciera que nada más te importa.
-¡Claro que no! ¿De qué hablábamos?
-Cebollas de Cambray.
-He encontrado cosas buenas para soportar, pero la cebolla me provoca escurrimiento nasal y fuertes dolores de cabeza.
-Deberías ver a un médico.
-¿De qué hablas? Es demasiado caro, ya se me pasará.
-¿Qué decías sobre tu hija?
-Me la ha robado mi mujer.
-Qué situación más patética. ¿Y qué harás?
-Conseguir otra mujer, desde luego.


No hay comentarios:

Publicar un comentario